En mis años universitarios, en los que usaba pantalones deslavados y playeras de The Ramones como uniforme para combatir el autoritarismo de los adultos, tomé la temeraria determinación de fundar un blog. Como nos pasa a casi todos en la veintena, que es como una cruda perpetua de las verguenzas que cometimos en nuestros años de adolescencia, me decanté más por la forma que por el fondo. Me tomó tres días enteros, y una buena parte de sus noches, revisar decenas de sitios web y tomar minuciosos apuntes – que ahora entiendo, eran una refinada forma de procrastinación para no escribir mi tesis de licenciatura –, que me ayudarían a determinar la plataforma idónea para albergar el dichoso blog. Al final me decidí por la opción más sencilla. Lo sé, me encantaba perder el tiempo a propósito ¡Que años maravillosos!
Después de tanto hacerme loco en detalles nimeos, decidí lanzar el blog con una introducción larguísima y pedante, pero carente de sustancia, puesto que todas las ideas se me habían quemado en el diseño editorial del proyecto. Escribí dos entradas, incluyendo la introducción, y cerré el primer Pachucos y Pachecos para siempre. Este nuevo espacio pretende ser un homenaje a aquél blog de juventud. Iniciamos con mejor pie, quiero pensar, porque ahora me tomó menos de quince minutos hacer el set up en Substack – la publicidad es gratuita porque no es requisito hacerle barbas a la aplicación para que te dejen abrir un newsletter – , lo que tranquiliza un poco mi conciencia. No quisiera que este deshagogo de letras le quite una considerable cantidad de tiempo a mi labor diaria, que en estos últimos tiempos consiste en pasar varias horas frente a la pantalla tecleándole frases inconexas a mi disertación doctoral. Se me da bien eso de iniciar blogs cuando estoy escribiendo tesis.
No quiero que crean, mis queridos lectores, que esto que leen es solo producto de la procastinación. No tengo tan poca vergüenza. Este nuevo Pachucos y Pachecos es un espacio para compartir algunas reflexiones que me surgen mientras leo. Ya no quiero ser escritor cuando crezca –puesto que ya crecí y aún no lo soy –, pero afortunadamente conservé el hábito de la lectura. Lo que encontrarán aquí, entonces, no serán los soliloquios de un veinteañero con pretensiones literarias elevadas, sino los comentarios de un estudiante que quiere compartir cosas que le pasan por la cabeza. Escribir es también, al menos en mi caso, un ejercicio de sanidad mental; una forma de deshagogar mis ansiedades. La verdad es que amo mucho a mi esposa, y no quiero que me divorcié porque la sigo a todos lados con mi cara de loco y un bloc de notas lleno de mis cavilaciones sobre Dostoyevsky.
Ahora viene lo bueno, ¿para que subcribirse? Mis profesores insisten en que uno de mis grandes fallos es no saber venderme. Odio cada parte de esa frase y sus implicaciones. No soy aficionado a las compras. Me choca caminar sin rumbo por el mall en la absurda contemplación de los escaparates brillantes y los racks circulares de la ropa en liquidación. La idea de hacer un esfuerzo consciente por convertirme a mi, o a mi trabajo, en una mercancía, me parece un completo despropósito. Pachucos y Pachecos esta pensado para ser parte de una conversación, nada más. Las impresiones aquí depositadas cobrarán vida en el momento que sean retomadas por lectores generosos, quienes contrasten lo leído con su propia experiencia y ensanchen los párametros de la reflexión. Si tuviera que señalar que tiene de especial Pachucos y Pachecos, o mejor dicho, justificar porque acercarse a este blog, es que, tal vez sea refrescante y un tanto revelador examinar la realidad a traves de los ojos de un froterizo.

Juárez-El Paso es una región onírica y expansiva en la que los intercambios culturales son tantos y tan significativos que si el puente y, – sobre todo – los agentes fronterizos, no estuvieran ahí, realmente no habría manera de saber donde acaba lo uno y comienza lo otro. Vivir en una región fronteriza es una experiencia sobrecogedora que los chicanos asociaron con el vocablo nahuatl nepantla, cuya traducción en español es cercana a “estar en medio de”. Hace unos años decidí cruzar el charco y avecindarme en El Paso, por lo que mi visión fronteriza se compenetró con la dialéctica desconchinflada del que percibe los dos lados como si fueran uno solo, extrañando cuando estás y no estás, cuando vas y cuando vienes, y cuando todo eso deja de importar.
Este Pachucos y Pachecos, a diferencia de su predecesor, no estará limitado a la literatura, sino que usará la cosmovisión transfronteriza para interpretar varios recovecos de la vida ordinaria. Acercarse a este blog será, al menos esa es mi intención, como tomar prestados unos lentes con filtro, y explorar la forma en la que los fronterizos, a través de nuestros ojos, a veces agudos, a veces ironicos, pero siempre desenfadados, pintamos nuestra aldea, y por lo tanto, como dicen que dijo Tolstoi, pintamos al mundo. Las entradas de este blog tendrán una perioricidad mas bien ambigua. Mi propósito es escribir una entrada al mes, a veces más, pero nunca menos.
Preguntas finales ¿Esto es un blog o un newsletter? La verdad no sé, no me queda muy clara la diferencia. Segunda pregunta, ¿por qué Pachucos y Pachecos?
Bueno, la primera, porque soy juarense. Se me hizo fácil. Hay pocas cosas tan chidas en el imaginario fronterizo como lo es el Pachuco. La segunda es porque creo que es difícil disacociar el pachuquismo del pachequismo. En el cine de Tin Tán, por poner un ejemplo, encontramos innumerables referencias a la pachequería, como si esta fuera intrínseca al ser Pachuco ¿y cómo no lo sería? En los Estados Unidos de la posguerra, frecuentemente se caracterizaba al Pachuco como vendedor de pacheca y exaltando su pachuquería; generalmente andando bien pacheco ¿La voluntad pachecosa del pachuquismo es entonces infundada, o es parte de su personalidad pachuca-pacheca? ¿Los Pachuchos pueden pachuquear sin pachequear? ¿A chinga? ¿qué no estábamos hablando de Tin Tan? ¿cómo caímos en el cantinflismo? ¿Mas mezcla maistro o le remojo los adobes?
En fin…
Excelente Pablo, seguí así y no dejes de publicar. Cuando logras hacerlo más o menos constante, se vuelve más divertido. Abrazo grande
Más identificada por el motivo del blog, imposible! :)